Las Lamiak, también conocidas como Laminak, son unas de las figuras más enigmáticas de la mitología vasca. Estas criaturas habitan en la memoria colectiva de Euskal Herria y aún hoy siguen vivas en relatos, topónimos y leyendas transmitidas de generación en generación.
Belleza sobrenatural y rasgos híbridos
Las Lamiak destacan por su gran belleza, capaz de atraer a los humanos con un encanto irresistible. Sin embargo, su aspecto no es del todo humano: de la cintura para arriba son mujeres, pero en muchas versiones presentan patas de pato, colas de pez o incluso garras de ave. Esta combinación las convierte en seres liminales, mitad humanos, mitad mágicos.
En la tradición vasca, suelen encontrarse en ríos, fuentes y cuevas, donde se peinan su largo cabello con peines de oro. Estos objetos son símbolo de su poder y al mismo tiempo motivo de conflicto, pues los humanos que intentan robarlos atraen la ira de la lamia.
Ayuda y advertencia en las leyendas
Aunque su imagen puede parecer temible, no todas las historias las retratan como enemigas. Algunas Lamiak ayudan a los humanos en tareas difíciles, como construir puentes o levantar dólmenes en una sola noche. Sin embargo, sus dones suelen venir acompañados de condiciones y tabúes.
Un ejemplo conocido es la leyenda recogida en Visit Gorliz: unas lamias pidieron ayuda a una matrona llamada Martzela Urrunetxea. Como recompensa le entregaron una rueca y un huso de oro, pero al incumplir la norma de no mirar atrás, la magia se rompió y los objetos se convirtieron en madera. El mensaje es claro: quien desafía las reglas del mundo mágico, pierde sus dones.
La presencia de las Lamiak se refleja también en la geografía. Topónimos como Lamiako o Lamiaran muestran que estos seres no eran ajenos a la vida cotidiana, sino parte esencial del imaginario del pueblo.
La Lamia griega: entre la seducción y el horror
En la mitología griega también encontramos una figura con nombre similar: la Lamia. A diferencia de la tradición vasca, esta criatura nace de una tragedia. Según el mito, Lamia fue una reina libia, amante de Zeus, que perdió a sus hijos por la venganza de Hera. Desgarrada por el dolor, se transformó en un ser monstruoso.
Las fuentes clásicas la describen como un espectro que devora niños o una mujer que puede arrancarse los ojos y metamorfosearse a voluntad. Al igual que las Lamiak vascas, posee un poder seductor capaz de atraer a los hombres, aunque en este caso conduce al horror y la destrucción.
La Lamia griega es más temida que venerada, un aviso de los peligros del deseo, el castigo divino y lo sobrenatural.

Dos mitologías, un mismo símbolo
Aunque proceden de culturas diferentes, la Lamiak vasca y la Lamia griega comparten varios rasgos. Ambas son figuras femeninas, con un atractivo sobrenatural y rasgos híbridos que las sitúan entre el mundo humano y el de los espíritus. También cumplen una función moral: advierten sobre la codicia, el deseo desmedido o el incumplimiento de normas.
La diferencia esencial es que las Lamiak vascas suelen estar más ligadas a la naturaleza y al agua, mientras que la Lamia griega está asociada al terror nocturno y la tragedia personal.
Las Lamiak son mucho más que personajes de cuentos: representan la relación de los vascos con su entorno natural y con lo desconocido. Al compararlas con la Lamia griega, descubrimos cómo distintas culturas han creado seres similares para dar forma a miedos, deseos y advertencias universales.
Su belleza, su misterio y su presencia en la tradición oral convierten a las Lamiak en una de las figuras más fascinantes del folclore vasco, que aún hoy sigue inspirando a investigadores, viajeros y amantes de la mitología.



